EL GIGANTE HA DESPERTADO
De repente mi amigo Nicho Leija me preguntó: "Oye Memo, ¿Cómo le han hecho los chinos para ser potencia mundial, cuando hasta hace pocos años estaban tan jodidos?", me rasqué la cabeza y tal como suelen contestar los que no saben, comencé con el sobado: -"Buena pregunta...", invoqué la baratura de la mano de obra, las tácticas de dumping en el comercio internacional, la habilidad de negociación de los empresarios chinos, los grandes contrastes sociales y económicos de aquel gran país y, desde luego, hablé de la diversificación de su producción y de otras vaguedades. Con la gentileza del amigo, se dió por satisfecho con mi deshilvanada explicación.
Desde entonces, se me quedó en la cabeza una serie de inquietudes acerca del tema y he tropezado con muchas curiosas apreciaciones de personas muy calificadas y menciono a Richard M. Nixon, primer presidente de Estados Unidos que hizo viaje oficial a China, que citó en su libro "La verdadera guerra", una frase atribuída a Napoleón Bonaparte: -¿China? Es un gigante dormido. Dejémosle dormir, porque cuando despierte estremecerá al mundo-.
Y sigue, "...Exótica, misteriosa y fascinante, China ha tentado desde tiempo inmemorial la imaginación de los occidentales. Sin embargo, ni siquiera el profético Alexis de Tocqueville, quien hace ciento cincuenta años predijo que Estados Unidos y Rusia serían las dos grandes potencias mundiales que competirían entre si, pudo prever que la nación que podría decidir el equilibrio de poderes en las últimas décadas del siglo XX, y que podría llegar a ser la nación más poderosa de la tierra durante el siglo XXI, fuese China".
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