DE LEGASPI


DE LEGASPI

Debo confesar mi ignorancia en el origen del apellido  Legaspi, nunca me interesó la heráldica ni los  orígenes etimológicos de los apellidos, que por lo general provienen del pueblo natal o son gentilicio de él, cuando no son patronímicos o extranjerismos.
Oi por ahi, en el radio o en la televisión, que me encanta la vulgaridad de sus contenidos, aunque a veces me sulfuren, la interrogación muy ingeniosa: ¿Cuál es el apellido que contiene los siete pecados capitales?, no se trataba de algún mensaje proselitista de los Aleluyas o de la Iglesia del Fin del Mundo, era sencillamente una pregunta de curiosidad, que pusiera a pensar al adormecido auditorio. No hubo respuesta, el premio se lo llevó algún personaje misterioso, anónimo, que seguramente no lo merecía y el protagonista locutor ofreció, con voz mal educada, gritona, chillona y faltando al respeto al auditorio, la respuesta: LEGASPI. Pues si, 

Legaspi. Por esto:

L.- Lujuria.- Para mi la más sublime sensación carnal, que en lugar de ser pecado, debiera ser bendición divina, virtud de los elegidos. No abominable perversión de cuerpo y alma como nos la han pintado pero en fin, a la mujer ardiente y al hombre fogoso se les juzga de conscuspiscentes  -¿Qué es eso-? cuestión de enfoques, el cuerpo manda y la carne exige, el control está en tu mano.

E.- Envidia.- Corrosivo sentimiento que destruye el espíritu. Ese si es pecado merecedor de todos los horrores dantescos. El envidioso procura la destrucción del envidiado y nunca descansará aunque la vea consumada, siempre hallará nueva víctima y repetirá el ciclo hasta que él termine de un verde olivo en la faz y con el hígado desbaratado.

G.- Gula.- No le veo ninguna maldad, simplemente es una agresión a tu propio cuerpo. que es lo único que tienes y aunque no sea gran cosa, debes apapachar y consentirlo para luego no andar con que me duele aquí, me duele allá, suscitando mil opiniones de repentinos conocedores del tema con recetas caseritas como el té de boldo o la ruda. Después de todo, la gula es el apetito por todo lo magnífico de la existencia y procúratelo mientras el cuerpo aguante. Benjamín Franklin no se reprimió y supo disfrutar de todo lo bueno que Paris ofrecía. Pantagruel no fue ningun moderado, lo malo es que a Franklin le pasó la gota una factura muy dolorosa y a Pantagruel, no más la vida siguió sonriéndole, de Gargantúa no se cómo le fue.

A.- Avaricia.-  Esta perversión de la conducta también es abominable cuando se entiende tacañería, pero, a cada rato nos endilgan que nada te llevaras cuando te vayas, asi que muy sutilmente hay la sugerencia de que vayas deshaciéndote de lo que te costó una vida construir y que algún aparecido de última hora sea el feliz beneficiario de tus esfuerzos y privaciones. Los zánganos cumplen una tarea muy meritoria preñando a la reina del colmenar, pero en otros foros animales, como el humano, son despreciables.

S.-Soberbia.- Solamente la acepto en la estupenda canción de Gabriel Ruiz,  de ahi en fuera, es muy desagradable sentir el desprecio que personas, por lo general bastante limitadas, te ven por encima del hombro sin ningún mérito de valor verdadero y esto es tan contagioso, que hasta el ujier de los políticos trata groseramente a quien pide audiencia al oloroso vaporeado servidor público.

P.- Pereza.- No confundir con ociosidad. La pereza es una actitud felina de estirarte a lo largo y ancho del colchón esperando llegue un nuevo coyotito. La ociosidad es creatividad, reflexión, meditación, gestora de ideas y madre de incontables descubrimientos, ¿A quién se le ocurre algo si pierde el tiempo trabajando, sobre todo con el pico y el zapapico?, además, el que trabaja nunca será rico, el rico es el ganador del valor generado por los que trabajan. Concepto marxista en el que creo más que en los postulados de Margarita Zavala, o para no herir querencias, en la verborrea de Andrés Manuel.

I.-Ira.- Va de la mano con la envidia. cuando el envidioso se ve deshecho, monta en cólera y hay que salir huyendo de sus arremetidas, más mortales que la guadaña de la Santa Muerte, que también tiene legión de sinceros creyentes, tal cual otras corrientes de fanáticos convencidos en lo suyo, mis respetos a todos.

La señora Legaspi, a quien pregunté la adivinanza, no ha vuelto a saludarme en los últimos veinticuatro años.

Buena semana y lo mejor de la vida,
                                                                 memo 

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