COMENTARIO TRIVIAL, ¿GUACHICOL O HUACHICOL?


COMENTARIO TRIVIAL, ¿GUACHICOL O HUACHICOL?

Según los filólogos y estudiosos de la etimología, la palabra guachicol ¿o huachicol? proviene de la lengua maya, lo cual suena muy creíble y significa bebida adulterada, lo que es aun más creíble. El término lo conocí hace unos veinte años cuando mi proveedor de tequila, me dijo ponderando la calidad de sus productos: no se preocupe, don Memo, yo le vendo tequila puro, no guachicol y jamás le daría a usted tequila rebajado con agua, como lo hacen otros productores de tequila aquí en Tequila.
Con esa verbal garantía, debo decir que me fue muy bien en mi pequeño comercio informal libre de impuestos y nunca tuve reclamaciones incómodas de parte de mi distinguida clientela de paladar exigente y garganta realmente conocedora.

Ahora, cuando el robo de gasolina se ha vuelto problema nacional, en vez de referirse a los delincuentes como ladrones de combustibles, se les ha identificado como guachicoleros o rateros de guachicol, dando a la palabra una nueva acepción, ampliando su significado en forma muy importante pues ya ha quedado en el lenguaje diario incorporada a nuestra idioma con el significado que se le ha venido dando.

No abandono el tema y hablando en primera persona, comento que el sábado pasado decidí ver a donde encontraba gasolina para que mi fiel Nissan, que ha resistido dos ataques de los cacos, no se rindiera por falta de combustible ya que la aguja apenas despegaba del indicador, me aventuré a salir a donde hallara el vital líquido (no agua). Encontré una gasolinera por allá de la Base Aérea de Zapopan y rápido, violentando las reglas de tránsito, me di vuelta en "U" y tomé lugar en la fila de por lo menos un kilómetro. El avance era lento, fastidioso,  pero armado de paciencia, decidí no renegar y me puse a oir un cassete de tangos con Carlos Gardel. El cassete es de los de hora y media y justamente cuando "El morocho del abasto" me deleitaba con "Volver", último del cassete, el despachador de la gasolinera me dio indicaciones de la bomba a donde me atenderían. Muy atento el de la bomba me preguntó: ¿cuánto, jefe?,-- que sean seiscientos pesos de la verde, --muy bien, me dijo y echó a funcionar el aparato. Satisfecha mi demanda, le pagué y dí diez pesos de propina al amable trabajador; salí de la estación de servicio y unos metros adelante me detuve para apuntar en la bitácora del vehículo los datos de la operación: kilómetros, 156,238; fecha, 19 de enero y otras anotaciones. Me asomé al testigo de combustible y me dio la lectura de que el tanque había quedado a 13/16 de su capacidad, es decir, casi lleno. Eso es todo, seguí mi camino a casa con la tranquilidad de no quedarme tirado.

Buen día y mucha salud, querido Poncho.
                                                                             memoranda




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