EL BUEN FIN

En cierta ocasión bobeando por un centro comercial de la ciudad de San Diego, mi apreciado amigo Gabriel al advertir que estaba a punto de comprar una espantosa chamarra de los "Broncos" de Denver, me dijo muy sensatamente: "No compres algo que nunca vas a usar porque en lugar de disfrutarlo te vas a arrepentir e incomodar contigo mismo". Inmediatamente acepté sus bien intencionadas palabras y en vez de la prenda multicolor con un caballito relinchando, adquirí un fino saco "Harris Tweed" azul grisáceo, que aunque costó un poco más, lo usé muchísimos años y todavía se lo dejé de "gallito" a Memo mi hijo, que también mucho lo apreció y no se si todavía lo tenga.

Nunca seguí al píe de la letra la prudente recomendación de mi amigo, aunque si muchas veces me detuve antes de comprar alguna prenda inútil o unas botellas de vino que no habría de beber, asi la oferta estuviera a tres por el precio de dos. Con este razonamiento, veo alarmado la euforia colectiva que de pocos años a la fecha se ha desatado en todos los segmentos de nuestra sociedad ante la llegada de "El Buen Fin"; no acabo de entender los perversos argumentos de justificación para provocar una demanda de bienes y servicios por demás innecesarios y en la gran mayoría de los casos fuera del alcance de los compradores, que recurren a toda clase de habilidades con tal de salir de la abarrotada tienda con un aparato de escasa utilidad, comprometiendo años de esfuerzo para liquidar la deuda, en fin, cada quien gasta su dinero como mejor le place.

Este recurso de refinado fomento al consumo, me hace abrir las páginas de "El Pobre Ricardo", quien entre muchos consejos y reflexiones, hacía llegar a los lectores de los almanaques de Benjamín Franklin, sentencias contundentes y que creo no han perdido vigencia; ahí les va un par:

   "Los acreedores son unos supersticiosos, son grandes observadores de los días y fechas"

   "Si compras lo superfluo, después venderás lo necesario"

   "...Pero, ¿qué locura lleva a entrampar a la gente en estas cosas superfluas? Se nos ofrecen en las condiciones de estas ventas seis meses de crédito; y esto sin duda ha inducido a algunos a venir; porque no damos el dinero en seguida creemos que nos vestimos de balde. Pero ¡Ah!, ¿sabes lo que haces cuando te entrampas? Darle a otro poder sobre tu libertad. Si no puedes pagar a tiempo, te avergonzarás al ver a tu acreedor, estarás cohibido cuando le hables ofreciéndole excusas pobres, lastimeras y resbaladizas, hasta perder la veracidad, hundirte en la bajeza y precipitarte en la mentira (...) Tu acreedor tiene autoridad cuando quiera para quitarte tu libertad (...) Desdeña las cadenas, conserva tu libertad y manten tu independencia. Trabaja y sé libre; sé frugal y libre..."

Ya me voy, procuraré no salir de casa "El Buen Fin", cuidándome asi de no ser embestido por la manada de demandantes cayendo en las trampas de los oferentes. Cuiden la cartera más que en el metro.

memo.

P.S. Quizá las ideas de Benjamín Franklin, a través del Pobre Ricardo, serían cómicas ante los brillantes economistas y políticos actuales. Me quedo con el anticuado Franklin. 

gaa


Imagen cubierta original: Almanaque El Pobre Ricardo (1739). 

"Poor Richard, 1739. An Almanack for the Year of Christ 1739. Benjamin Franklin Library of Congress Rare Book & Special Collections Division"

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