EL CRUEL MORFEO

EL CRUEL MORFEO*

Con frecuencia el cruel Morfeo me niega el acceso a su dominio olímpico y ando a media noche con los ojos pelones como tecolote. En este trance, procuro leer algo que sirva realmente como somnífero, durante mucho tiempo una hojeada a la revista Condorito fue suficiente. Ahora, es necesario recurrir al repaso del horripilante Tratado de Teoría Económica, del maestro Francisco Zamora; a la revisión de las curvas ingeniosas del erudito Alfred Marshall o  profundizar en los estudios de Thorstein Veblen en su Teoría de la Clase Ociosa, que tanto me interesa por el importante papel de este sector social en los procesos de la economía moderna.

Por lo pronto, hoy no tengo ánimo para incursionar en tan abstractas reflexiones y prefiero abrir mi vieja Biblia en su antigua versión del progresista Casiodoro de Reina de 1569, y directo voy a Génesis, que es cautivante y no acaba mi cabeza dura de entender todo lo que ahí dice el Libro de libros. 

…Luego que el fratricida Caín fue depuesto al este de Edén y su padre Adán conoció de nuevo a su mujer, ella dio a luz a Set, quien por la gracia de Dios llegó en sustitución de Abel. Engendró Adán a más hijos e hijas, vivió novecientos treinta años y murió.

Set, tercer hijo de Adán, engendró a Enós, a otros hijos e hijas y vivió hasta la edad de novecientos doce años; Enós engendró a Cainán y llegó hasta los novecientos cinco años de edad… después vinieron en sucesión, Mahalaleel, Jared, Enoc, Matusalén y Lamec, todos ellos tan longevos, que según mis cuentas, promediaron una edad de ochocientos cuarenta y siete años y varios de los nueve rebasaron los novecientos. No descarto la posibilidad de que algún acucioso raro conocedor de Biblia pueda darme alguna interpretación a tan trivial ejercicio aritmético, lo que si es seguro, en la próxima consulta con mi geriatra le haré el comentario que indudablemente será para él una delicia anecdótica y más cuando le comente que Noé, sublime bebedor de poderosas manos y hábil constructor de grandes embarcaciones, engendró a Sem, Cam y Jafet ya cumplidos los quinientos años, aunque ignoro cuántos más llegó a tener, lo cual vuelve a ser intrascendente, quedando solo en mi pensamiento la inquietud de saber cómo era su mujer y que edad tenía cuando fue fecundada.

Tal como suele suceder, siempre tiene uno sus preferencias y como el sueño no llega, brinco hasta el libro de Daniel que siempre me fascinó y más desde que en mi libro de Historia Sagrada de tercero de primaria, vi en 1947 aquel impresionante grabado de Gustavo Doré, ese donde el santo varón con serena mirada hacia la alta boca de la cueva,  indiferente a los repugnantes olores y a los robustos parásitos, se ve rodeado por siete enormes leones, bichos de apariencia feroz, pero que dócilmente ronronean alrededor del otrora beneficiario del gran Nabucodonosor, quien influido por los malquerientes del distinguido Daniel, lo había enviado a morir despedazado por los carnívoros felinos, decisión de la que luego se arrepintió reivindicando a Daniel y devolviéndole toda la confianza inicial.

memo


* Borrador con fecha del 20 de Diciembre del 2014, recuperado del archivo de mi querido Papá el 16 de Septiembre del 2021, Guillermo Aranda-Mena, Melbourne, Australia.

Imagen: Guillermo Aranda Alonso y su nieto celebrando su primer aniversario (6 de Diciembre, 2019, Rancho Contento, Guadalajara, México).


 


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