TRES VERGÜENZAS



TRES VERGÜENZAS

"¡Cómo han pasado los años...!", creo se llama una cancioncita cursilona y falsa, muy solicitada en los festejos de Bodas de Oro. Aunque de más o menos buena melodía, no deja de salpicar melcocha sentimentaloide y perversa, en fin, cuestión de gustos. Yo prefiero oír  "No hay novedad", bien interpretada con su intermedio poema simplón (...el canario ya murió, ya  la fuente se secó, pero aquí no hay novedad) a media canción y todos los instrumentos de un buen grupo norteño de prestigio, como "Los Alegres de Terán" o los "Gorriones de Topo Chico".
Nostálgicamente estoy tocando los años idos y creo oportuno citar tres motivos de vergüenza allá por los años cincuenta:
                        1 Llegar a la cantina y ordenar una cerveza Corona, bebida muy discriminada por considerarla propia de un segmento social de bajos recursos.
                        2 Para acompañar la cerveza Corona, pedir un mezcal San Martín, que por su baratura, (ochenta centavos la copa tamaño vasito de veladora), segmentaba a los parroquianos del Bar
                        3 Decirle a Paco el cantinero del "El Peñón"; al "Tin-tan", el del "Pinín" o al señor Poncela, del prestigiado "Pasapoga": "...no traigo lana, ahí apúntamelo en la libreta, te pago el lunes..."

Hoy todo ha cambiado, la Corona es protagonista entre las mejores cervezas de México y quizá la número uno en exportación. El mezcal se volvió "curro" a partir de las habilidades publicitarias que dictan modas y costumbres, al grado que ahora cuesta ochenta pesos una copa, mitad de la de ochenta centavos de antaño. Se perdió el encanto de regatear con el cantinero el crédito; las tarjetas bancarias, de pavorosos réditos, acabaron con aquellos diálogos (ásperos o joviales) del parroquiano y el cantinero.

Sería injusto omitir que el fenómeno era patrón normal en todos los bares y cantinas, por ejemplo en el México Bello, con el atento Gonzalo que diligente nos servía después de una buena corrida de toros en la plaza "El Paseo"; el bar "El Moro", con Enrique Hernández, quien en tiempos pasados fue mecánico de aviación y jefe mío en Lockheed Aazcárate, de efímera existencia; "La Armonía" para trasnochados del filo del amanecer y cuyo nombre obedecía a que ahí no había habido riña alguna, solamente algunas disputas al alba de un nuevo día; "La Casa de Humo", muy concurrida por oficinistas, ingenieros y personal de todo nivel de la ASARCO; "El Ezgodi", en la "plaza del Carmen", que debiera el nombre a Ezequiel González Díaz que delegó la atención de la barra a Felipe no se qué. Solamente mencionaré algunos otros templos del dios Baco, todos con su clientela fiel de planta y la ocasional de parroquianos como el que esto escribe: "La Lagunita" frente  a La Alameda; "El Nuevo Mundo", punto de reunión de tríos y conjuntos musicales en espera de algún muchacho enamorado ávido de endulzarle el oído a su Dulcinea o con despecho ofenderla con "La Chancla"; "El Radio", "Mi Casita", "El Montoro", la cervecería "La Sultana", hoy" Bar Manhattan", por la calle San Luis, cerca del Cine Hidalgo, "El Olímpico", "El Escalón" y el que fuera de mi propiedad "Bar Palace", que jamás operé y dejé en las buenas manos de Federico propiedad y su atinado manejo hasta hoy día.
Disculpen los involuntarios olvidos, ya el archivo va perdiendo registros, pero conforme se presenten de nuevo, procuraré trasmitirlos de inmediato para que no se pierdan en la noche del olvido; lo mismo haré con un rondín por las cantinas de nuestro incomparable centro histórico de la capital, tan lastimada en este momento "sursum corda".

Que tengan buen día y feliz fin de semana.
memo     


Imagen: Titulo: "Tres Vergüenzas" Ciudad de Mexico. Guillermo Aranda-Menaⓒ 2017

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