BELLAS ARTES

NOTITAS VOLADORAS



Bellas Artes (xvi)

Siempre es grato dar una vuelta por el soberbio Palacio de Bellas Artes y encontrar interesantes exposiciones de obras valiosas o escuchar conferencias de personas muy calificadas en las bien cuidadas salas del monumental edificio.

Días pasados no me privé de ese gusto y entré a ver una exposición fotográfica cuidadosamente montada en torno a la vida del brillante Carlos Fuentes. La selección de las fotos negro y blanco de gran formato y magnífica resolución fué realmente esmerada, obedeciendo a un orden cronológico en un documental biográfico desde que el escritor nació en Panamá hasta días antes que nos dijera Adios...

Pude verlo de niño acompañado de sus felices padres, luego adolescente con sus amigos de la juventud y ya mayor, siendo persona reconocida en el mundo de las letras, con Pablos Neruda, con el pintor José Luis Cuevas, con el poeta Octavio Paz, con la escritora francesa Marguerite Yourcenar, con Pablo Picasso y un sin fin de personalidades del mundo del arte, de la política y del espectáculo y por supuesto, en muchas fotos con sus hijos y con su encantadora esposa Silvia Lemus. Bien valió la pena el paseo por esa galería gráfica en recuerdo del distinguido y siempre elegante escritor.

No desaproveché la ocasión para dar un nuevo recorrido por el amplio andador del segundo nivel del Palacio, ahí donde está "El hombre, Contralor del Universo" (1934), impresionante mural de Diego Rivera, quien además nos muestra el "Carnaval de la vida mexicana" (1936). También David Alfaro Siqueiros tiene importante presencia con su obra "Nueva Democracia" (1944) y Jorge González Camarena dejó ahí su huella con su espléndido mural "Liberación, o la humanidad se libera" (1941), en el que no escatimó colorido ni fondo conceptual. De dimensión más reducida y muy atento a los estrictos ordenamientos del Art Decó, Roberto Montenegro nos legó su "Alegoría del Viento o el Ángel de la Paz" (1928), donde, además del motivo principal, llaman la atención dos rubicundos diosecillos, quizá colaboradores del poderoso Eolo, que con los ojos desorbitados soplan furibundos desde los píes hasta las axilas del ángel perfectamente simétrico y con ambos brazos extendidos formando dos ángulos rectos con su alargado cuerpo.

Al salir de Bellas Artes encontré la novedad de una estatua ecuestre, de regular tamaño, de don Francisco I. Madero levantada a un lado de la salida del estacionamiento subterráneo del Palacio hacia la Avenida Juárez. No tengo autoridad para juzgar y menos para demeritar el esfuerzo del escultor, pero en verdad, esa obra se opaca completamente y luce plana ante la cercanía de los cuatro excelsos pegasos que desde las esquinas de la explanada frontal del edificio, remontan su vuelo al infinito pretendiendo alcanzar el Olimpo divino.

Por la acera de la hermosa y recién remodelada Alameda Central caminé hacia el poniente, llegué al Hemiciclo a don Benito Juárez donde encontré a un vendedor de nieve "La Michoacana" que empujaba su carrito muy bien enllantado, le compré un enorme barquillo de guanábana y saboreándolo llegué a la Estación Hidalgo del Sistema de Transporte Colectivo, mejor conocido como "Metro". 

Que tengan buen día, 

memo.

P.S.- Como no vi ningún bote para la basura donde tirar el cono, también me lo comí. gaa.


Foto: Interior, libreria del Palacio de las Bellas Artes, Ciudad de México. 
Guillermo Aranda-Mena ⓒ Enero 2017.

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